Un artículo sobre la calidad organoléptica del agua de Manresa
Sabor, olor, color y turbidez del agua forman parte de lo que llamamos: caracteres organolépticos del agua, es decir, aquellos que pueden ser percibidos por los sentidos.
Ante esta percepción de rápido juicio para todos los consumidores, se crea una opinión general donde relacionamos la calidad organoléptica del agua con la calidad sanitaria. Aunque son unos grandes indicadores de la calidad del agua, cabe decir que, esta relación de percepción y calidad, no necesariamente deben ir ligadas. El bagaje que lleva el agua, desde su punto de origen hasta que llega a nuestras grifos no es el mismo para cada población, y es evidente que cada una llevará su carácter organoléptico marcado por su origen, recorrido y contenido .
El tratamiento necesario para su potabilización y el importante tramo posterior a seguir hasta el grifo del consumidor (red de distribución, instalaciones interiores de los edificios, grifos …) también son de importante mención por la posibilidad de eventuales cambios organolépticos.
El agua de la Sèquia que abastece gran parte de nuestras poblaciones, a pesar de disfrutar de una buena calidad con todas las garantías de salubridad, sufre de algunos episodios anuales donde los valores de gusto y el olor toman su protagonismo, especialmente en el agua de Manresa.
El beneficio de contar con la Sèquia, que nos libra de las zonas salinas de Sallent y Balsareny, y que nos permite disfrutar de una mejor calidad del agua, no nos libera pero otras circunstancias. El paseo que hace el agua de la Acequia, en el transcurso de su camino por los huertos de sus alrededores y la llegada en el lago de la Aguja donde queda retenida, hace que se formen compuestos que causan mal sabor y olor a la agua, sobre todo ante brotes de algas en periodos estacionales. Estas sustancias, que no son nocivas para la salud, desprenden un olor a tierra mojada que declina a algunos consumidores a su uso diario y continuado. Aguas de Manresa S.A. ha tomado todas las medidas a su alcance a lo largo de estos años para minimizar estos impactos organolépticos que se han ido repitiendo en estos periodos, pero a pesar de los esfuerzos empleados, queda patente que, con los recursos que se tienen, no se puede lograr una completa resolución de estos efectos ocasionales.
Actualmente, se está trabajando en el proyecto para la renovación y ampliación de las instalaciones de tratamiento de la Estación Potabilizadora de Manresa. La finalidad es renovar y adaptar la nueva planta a las nuevas tecnologías de hoy día.
Las nuevas técnicas, el aumento de recursos, la eficiencia, el rendimiento, la dimensión y todo lo que vaya asociado a nuevos tratamientos deben facilitar la capacidad de jugar con diferentes alternativas que se adapten a cualquier circunstancia, entre ellas la capacidad de mantener una equilibrada relación entre la percepción organoléptica y una buena calidad del agua.
Elisabet Berch, analista supervisora del Laboratorio de Aguas de Manresa